lunes, 20 de octubre de 2014

SER Y HACER. Lección 04, del sábado 18/10/14 al viernes 24/10/14. TRIMESTRE 4 - 2014

LECCIÓN 04, para el sábado, 25 de octubre del 2014.

SER Y HACER.



Sábado, 18 de octubre del 2014.
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Santiago 1:23, 24; Mateo 19:16-22; Lucas 6:27-38; Romanos 8:2-4; 12:9-18; 2 Pedro 1:4.

PARA MEMORIZAR:
"Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solo oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Sant. 1:22).


WILLIAM NIBLO, MÁS CONOCIDO COMO "El gran Blondín", llegó a ser famoso por cruzar las cataratas del Niágara sobre una cuerda floja. En septiembre de 1860, el Príncipe de Gales lo vio cruzar las cataratas con un asistente cargado sobre sus espaldas. Después del cruce, Blondín se dirigió al príncipe británico y le ofreció cruzar las cataratas con él en su espalda. Aunque el príncipe había oído de las habilidades del hombre, y acababa de verlo en acción, todavía no estaba listo para poner su vida en las manos de Blondín.
Por supuesto, oír y ver no es suficiente cuando se trata de una relación con Dios. Podemos estar intelectualmente convencidos acerca de la existencia de Dios, de la verdad del evangelio y de la segunda venida de Cristo. Podemos haber visto la realidad del amor y del cuidado de Dios. No obstante, podemos no estar preparados para entregarnos en sus manos, una acción que se revelaría por nuestras obras. Por esto, Santiago enfatiza la importancia de ser hacedores, no solo oidores de la Palabra. Esta semana, veremos qué significa, para quienes han sido salvados por su gracia, ser un hacedor de la Palabra.








Domingo, 19 de octubre del 2014.
CONOCE A TU ENEMIGO.

Alguien dijo acerca de su enemigo: "Lo veo cada día... cuando me afeito". Esto es exactamente lo que Santiago quiere que reconozcamos: nuestro mayor enemigo somos nosotros mismos. La salvación comienza cuando nos vemos tales como somos, no lo que imaginamos que somos.

Lee Santiago 1:23 y 24. ¿A quién se describe aquí, y cuál es, básicamente, el problema?

Aunque no hay nada de malo en presentarnos de la mejor manera posible, muchas personas toman mucho tiempo y gastan mucho dinero para mejorar su apariencia. Pero necesitamos asegurarnos de que no nos engañemos. Santiago dice que necesitamos obtener un mejor cuadro de nosotros mismos, no importa cuánto no nos guste lo que veamos.

Lee Mateo 19:16 al 22; y 26:33 al 35, y 69 al 75. ¿Cómo se comparan las imágenes de estos dos hombres con la realidad? ¿Qué dicen acerca de ellos sus reacciones diferentes a las palabras de Jesús?

El joven rico pensaba que había estado guardando los mandamientos. De repente, se lo desafió a adherirse a una clase diferente de obediencia, una que nunca había esperado, una que iba mucho más hondo que la aceptación externa a las reglas y mandamientos. (Ver Rom. 7:7.)
Pedro, como este joven, también tenía un cuadro distorsionado de sí mismo. Con confianza propia pronosticó que, aun si todos los demás tropezaran y cayeran, él permanecería fiel, aun al costo de su vida. Pero ninguno de los dos percibió cuán fuertemente los mantenía el pecado en sus garras. Ambos se engañaban acerca de su verdadera condición espiritual. Sin embargo, Pedro finalmente se convirtió. Hasta donde sabemos, el joven rico no lo realizó.


Siempre es muy fácil ver las faltas en los demás, pero no las propias, ¿verdad? No obstante, en lo profundo, probablemente nos damos cuenta más de nuestras faltas de lo que queremos admitir. Mira profundamente en tu alma. ¿Qué te dice lo que ves acerca de por qué necesitas un Salvador, o si no, perderte para la eternidad, y con toda razón?








Lunes, 20 de octubre del 2014:
SER UN HACEDOR.

Lee otra vez Santiago 1:22. El texto original en griego dice ser hacedores de la Palabra. ¿Cuán diferente sería el mensaje si Santiago hubiera dicho sencillamente "Haced la Palabra"?

Santiago combina el ser con el hacer. No los separa, ni hace uno de ellos más importante que el otro. Son como dos lados de la misma moneda, inseparables. Hemos de ser hacedores. Además, el tiempo verbal en griego para ser, aquí, se refiere a un estilo de vida continuado de obediencia, que se espera de nosotros ahora, más bien que en algún tiempo inespecífico en el futuro.
El punto es: hemos de llegar a ser un pueblo nuevo en el Señor y, como resultado de lo que lleguemos a ser, hacemos las cosas que Dios nos manda. Esto es algo bastante diferente de seguir meramente las reglas (lo que parece que era el problema del joven rico, que consideramos ayer).

Lee Lucas 6:27 al 38. ¿Cuáles son algunas de las acciones que debemos hacer?

"Amen a sus enemigos". "Dale a todo el que te pida". "Sean compasivos, así como su Padre es compasivo" (Luc. 6:27, 30, 36, NVI). Suena imposible, ¿verdad? Y lo es, por nosotros mismos. Un amor así no es natural para seres humanos pecadores. Por eso Jesús sigue hablando acerca de dos clases diferentes de árboles y la fruta que cada uno produce (Luc. 6:43-45).
En forma similar, en Gálatas 5 Pablo contrasta las obras de la carne (Gál. 5:19-21) con el fruto del Espíritu (Gál. 5:22, 23). Es casi como si al concentrarnos más en hacer, peores llegamos a ser; mientras que cuando somos guiados por el Espíritu, producimos un resultado totalmente diferente: el fruto del amor y la obediencia.

Piensa en la época cuando hicimos algo sencillamente porque se requería de nosotros, o porque era una regla que había que obedecer. Contrasta eso con algo similar que hiciste porque querías hacerlo, algo que salía naturalmente de ti porque Cristo vivía en ti. ¿De qué modo este contraste nos ayuda a comprender el punto de la lección de hoy?








Martes, 21 de octubre del 2014:
LA LEY DE LA LIBERTAD.

Lee Santiago 1:25. ¿Qué dice acerca de la función de la Ley?

Santiago refleja los Salmos cuando llama "perfecta" a la Ley de Dios (Sal. 19:7), y un camino hacia la libertad (Sal. 119:45). Pero la Ley, en Santiago, no nos puede salvar ni nos puede limpiar. Nos muestra el ideal de Dios, pero no puede hacernos seguir ese ideal, así como ver a un atleta realizar cosas asombrosas no nos capacita para hacer lo mismo. Para seguir ese ideal, necesitamos el poder de Cristo en nuestra vida.

Lee Romanos 8:2 y 4; y 2 Corintios 3:17 y 18. ¿Qué marca la diferencia entre la Ley como un instrumento de muerte o como algo que muestra el camino hacia la libertad y la vida?

Pablo afirma que "no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados" (Rom. 2:13). Él dice que podemos llegar a ser hacedores solo por la obra del Espíritu, que escribe la Ley en nuestros corazones. Solo cuando la obedecemos de corazón, puede la Ley darnos libertad.
Así, el problema no es con la Ley, sino con nosotros. Olvidamos lo que realmente somos: pecadores con necesidad de un Salvador. Fuera de Cristo, oímos la condenación de la Ley. Pero, en Cristo llegamos a ser personas nuevas (2 Cor. 5:17), liberadas en Jesús (Juan 8:36). Oímos que él nos habla la Ley, de que debemos amarnos "unos a otros, como yo os he amado" (Juan 15:12). Por medio de Cristo, experimentamos la libertad de los hijos de Dios salvados por la gracia, y no queremos volver a la condenación y la esclavitud en que vivíamos como transgresores. En Cristo, nuestros pecados son perdonados, y tenemos una vida nueva en la que podemos ser obedientes a la Ley. Sin embargo, lo hacemos no para ser salvados, sino por la libertad que nos viene de saber que hemos sido salvados y que ya no estamos condenados por la Ley.

Piensa en lo que sería tratar de guardar la Ley lo suficientemente bien como para ser salvos por ella. ¿De qué forma guardar la Ley sería un medio de esclavitud? ¿Cómo nos libró Jesús de esa esclavitud, mientras al mismo tiempo nos ordena guardar la Ley?







Miércoles, 22 de octubre del 2014:
¿ÚTILES O INÚTILES?

Lee Santiago 1:26 y 27, y compáralo con Mateo 25:35, 36 y 40, y con Romanos 12:9 al 18. Según estos pasajes, ¿cómo definirías el verdadero cristianismo?

Jesús, Santiago y Pablo enfatizan la importancia de ser un cristiano útil. Al amar a los "más pequeños" (Mat. 25:40), al visitar a quienes son pasados por alto, al mostrar hospitalidad en toda manera práctica, revelamos el amor de Jesús y llegamos a ser canales por los cuales Jesús ama a través de nosotros.
"El argumento más poderoso en favor del evangelio es un cristiano amante y amable", y sigue explicando allí: "llevar una vida tal, ejercer semejante influencia, cuesta a cada paso esfuerzo, sacrificio de sí mismo y disciplina" (ibíd.). Esto no nos resulta natural ni es automático. Si nuestra religión consiste solo en afirmar creencias y escuchar sermones, es casi inútil.
Santiago describe lo "religioso" y la "religión", en los versículos 26 y 27, con una palabra que sugiere ser extremadamente devoto. Esto tiene consecuencias inmediatas y visibles, y la gente notará la diferencia.
Un cambio obvio será nuestra elección de palabras. En lugar de observaciones desinhibidas y tonos ásperos, seremos más sensibles a los efectos que nuestra comunicación ejerce sobre otros. "Refrenaremos" nuestra lengua de modo que no corra delante de nosotros con toda la violencia y la energía de un caballo no domado.
Santiago también distingue a los huérfanos y las viudas como personas que necesitamos atender con amor y cuidado. Desde un punto de vista mundano, no tiene sentido concentrar nuestros recursos en quienes no pueden devolver nada a la sociedad. Pero, desde el punto de vista de Dios, es cómo tratamos a los desechados y rechazados por el mundo lo que revela quiénes son los verdaderos seguidores de Cristo: ya sea prestando dinero a quienes no pueden devolverlo; invitar a comer a quienes no pueden invitarnos a nosotros; o bendecir y orar por aquellos que nos maltratan (Luc. 6:35; 14:12-14; Mat. 5:44). Como señala Pablo, somos vueltos a ser creados en Cristo para buenas obras (Efe. 2:10).

¿Cuánto de tu tiempo y energía gastas en ayudar a quienes tienen necesidades? ¿Qué te dice tu respuesta acerca de cuán "útil" eres con tu fe?








Jueves, 23 de octubre del 2014: 
DIFERENTES DEL MUNDO.

¿Qué significa "guardarse sin mancha del mundo"? (Sant. 1:27). ¿Cómo puede eso ser posible? Ver también 1 Juan 2:15, 16; 2 Ped. 1:4.

Algunas personas piensan que si tan solo pudieran apartarse suficientemente del mundo podrían evitar la mayor parte de sus tentaciones. Aunque hay algo de cierto en esto, y deberíamos tratar de evitar las tentaciones tanto como sea posible (en especial, las más difíciles de resistir), nuestros problemas y debilidades tienden a seguirnos donde vayamos. El problema con el pecado no es tanto lo que hay allí fuera, aunque ciertamente desempeña una función, como lo que está en nuestros corazones. Allí se desarrolla la verdadera batalla, y tendremos que pelear esa batalla no importa dónde vivamos.
Resulta interesante que el resolver algunos problemas hace que los que quedan sean más obvios. Por ejemplo, limpiar un rincón de la habitación hace que la suciedad cercana se destaque más. También pasa lo mismo con la vida espiritual: "Cuanto más cerca estés de Jesús, más imperfecto te reconocerás, porque tu visión será más clara, y tus imperfecciones se verán en abierto y claro contraste con su perfecta naturaleza".
No hagamos decir a la Sra. de White lo que no dice. Ella no dice que cuanto más cerca estemos de Jesús más imperfectos llegaremos a ser. Ella sigue diciendo: "Cuanto más nos guíe la necesidad a él y a la Palabra de Dios, tanto más elevada visión tendremos de su carácter, y más plenamente reflejaremos su imagen".
Una religión real nos conducirá a "tener hambre y sed" de una experiencia más profunda (Mat. 5:6). Jesús pasó tiempo adecuado con su Padre celestial para conocer su voluntad. Pero nunca se aisló de la gente. Fue a donde estaba la gente. Su "comida" era alcanzar a los necesitados, derribar las barreras del prejuicio y hablarles de la vida eterna (Juan 4:28-35).


A pesar de que Jesús y los primeros cristianos tenían estilos de vida muy diferentes del de los gentiles, estas prácticas nunca les impidieron compartir su fe. Fueron por todas partes, y el evangelio se esparció por todo el Imperio, y llegó incluso a centros de corrupción y de maldad tales como Roma.








Viernes, 24 de octubre del 2014:

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR
Lee, en El camino a Cristo, el capítulo "Cómo lograr una magnífica renovación", "Las Ley es el gran espejo moral de Dios. El hombre debe comparar sus palabras, su espíritu, sus acciones con la Palabra de Dios".
"En vez de eximir al hombre de la obediencia, es la fe, y solo la fe, la que lo hace participante de la gracia de Cristo, y lo capacita para serle obedientes.
"Lo que fue Cristo en la naturaleza humana, Dios espera que sean sus discípulos. Con su fuerza, hemos de vivir la vida de nobleza y pureza que el Salvador vivió".

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

    Aunque se nos ha dicho que sería ventajoso que nos mudáramos (si es posible) de lugares mundanos, ¿por qué esa no es la respuesta definitiva a los problemas del pecado y la tentación? ¿Cuán lejos tendríamos que irnos para estar lejos de todo tipo de tentación? ¿Cuál es la única respuesta para el pecado y la tentación, no importa dónde vivamos?
    La policía estaba tratando de poner dispositivos electrónicos de escucha en una oficina donde sospechaban que trabajaban criminales. El único problema era que feroces perros Doberman rodeaban el lugar. La policía entonces, cada noche, les daba trozos de carne a estos perros. Al principio tiraban unos cinco o seis por entre las rejas. Antes de mucho, los perros no solo comían los trozos de manos de los oficiales, sino también lamían sus manos cuando terminaban. De esta manera, con los perros guardianes amansados, la policía pudo infiltrarse y plantar los dispositivos. ¿Qué lección podemos obtener de esta historia acerca de cómo nosotros, si no somos cuidadosos, podemos bajar nuestra guardia?
    Piensa más en la idea de ser un hacedor de la palabra, en vez de solo creer en ella. ¿Cuál es, en definitiva, la diferencia entre hacer y creer?
    ¿Qué le decimos a quienes pretenden que por causa de la gracia de Cristo están libres de la Ley? ¿Qué quieren decir, a menudo, con eso, y cómo les responderías?

martes, 14 de octubre de 2014

SOPORTAR LA TENTACIÓN. Lección 03, del Sábado 11/10/14 al viernes 17/10/14. TRIMESTRE 4 - 2014




LECCIÓN 03, Para el sábado 18 de octubre del 2014:

SOPORTAR LA TENTACIÓN.



Sábado, 11 de octubre del 2014.
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:
Santiago 1:12-21; Salmo 119:11; Génesis 3:1-6; Tito 3:5-7; Romanos 13:12; Efesios 4:22.

PARA MEMORIZAR:
"Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman" Sant. 1:12.

TODOS LO HEMOS EXPERIMENTADO. Resolvemos no ceder a la tentación. Pero, en el calor de la batalla, esa resolución se derrite y para vergüenza y desprecio propio caemos en pecado. A veces, cuanto más nos concentramos en no pecar, más impotentes nos sentimos, y más desesperada parece nuestra condición. Nos preguntamos si realmente somos salvos. Todo cristiano se ha preguntado acerca de su propia salvación, especialmente justo después de haber caído en pecado.
Afortunadamente, podemos tener la victoria sobre las tentaciones que tan fácilmente nos entrampan. Todos, no importa cuán envueltos estemos en el pecado, tenemos esperanza, pues nuestro "Padre de las luces" (Sant. 1:17) es mayor que nuestra inclinación al mal, y solo en él y por su palabra podemos tener la victoria.
Ese es el mensaje que estudiaremos esta semana. Claro, las tentaciones y el pecado son reales, y la batalla contra el yo es muy real. Pero Dios también es real, y por medio de él podemos más que vencer las tentaciones que desean destruirnos.








Domingo, 12 de octubre del 2014:
LA RAÍZ DE LA TENTACIÓN.

Lee Santiago 1:13 y 14. ¿Por qué es importante saber que Dios no tienta a ninguno? ¿Dónde se origina la tentación, y cómo puede ayudarnos este conocimiento en nuestra lucha con el pecado?

Santiago es enfático. No solo Dios no es el autor del mal, sino tampoco es la fuente de la tentación. El mal mismo es la cuna de la tentación. De acuerdo con este pasaje, el problema reside dentro de nosotros, y por eso es tan difícil de resistir.
De este modo, la batalla contra el pecado comienza en la mente. Aunque muchos no quieran oírla, la verdad es que nosotros elegimos pecar. Nadie puede forzarnos (Rom. 6:16-18). Los deseos, las inclinaciones y las propensiones pecaminosas capturan constantemente nuestra atención. Al usar términos comunes de la caza y la pesca, Santiago 1:14 describe esas incitaciones. Nuestros propios deseos nos atraen y nos seducen, y cuando cedemos a ellos finalmente nos enganchan y atrapan.

Lee Efesios 6:17, Salmo 119:11 y Lucas 4:8. ¿Qué tema común se ve en estos textos, y cómo se relacionan con el tema de la victoria sobre la tentación?

En los pasajes de Santiago, este separa claramente la tentación del pecado. Ser tentado desde adentro no es pecado. Aun Jesús fue tentado. El problema no es la tentación misma, sino cómo respondemos a ella. Tener una naturaleza pecaminosa no es, en sí mismo y por sí mismo, pecado; sin embargo, permitir que la naturaleza pecaminosa controle nuestros pensamientos y dicte nuestras elecciones sí lo es. Por eso, tenemos las promesas que se encuentran en la Palabra de Dios, que nos ofrecen la seguridad de la victoria, si las reclamamos para nosotros y nos aferramos a ellas con fe.

Medita en la idea de que el pecado es siempre una elección nuestra. (Después de todo, si no fuera nuestra propia elección, ¿cómo podríamos ser condenados por elegirlo?) ¿Qué cosas podemos hacer en el práctico y diario que nos puede impedir hacer elecciones equivocadas?








Lunes, 13 de octubre del 2014:
CUANDO LA CONCUPISCENCIA CONCIBE.

Lee Santiago 1:13 al 15. ¿Cuándo una tentación llega a ser pecado?

Se usan varias palabras griegas para describir cómo comienza el pecado, todas conectadas con dar a luz. Cuando se nutre un deseo equivocado, el pecado "es concebido", como un bebé. "Y el pecado, cuando ha crecido, da a luz la muerte" (Sant. 1:15, traducción literal del autor).
El cuadro es paradójico. El proceso que debe dar vida resulta en muerte (comparar con Rom. 7:10-13). El pecado, como el cáncer, se adueña del cuerpo y lo consume. Todos lo sabemos, porque todos fuimos arruinados por el pecado. Nuestros corazones son malos, y no podemos cambiarlos.

Lee Génesis 3:1 al 6. La experiencia de Eva ilustra vívidamente él. El pecado comienza con desconfiar de Dios. Satanás usa el mismo método con el cual engañó a un tercio de los ángeles (Apoc. 12:4, 7-9): puso dudas en Eva acerca del carácter de Dios (Gén. 3:1-5).

Acercarse al árbol prohibido no era pecado, pero tomar y comer su fruto sí lo era. Pensamientos equivocados tal vez precedieron su acto (Gén. 3:6). Ella adoptó las sugerencias de Satanás como propias.
El pecado siempre comienza en la mente. Como Eva, podemos pensar en sus supuestos "beneficios". Luego, la imaginación y los sentimientos se hacen cargo, y pronto caemos en pecado.
A menudo nos preguntamos cómo pudo suceder. La respuesta es fácil: nosotros dejamos que suceda. Nadie nos forzó a pecar.
"Por la oración ferviente y una fe viviente, podemos resistir los asaltos de Satanás y mantener nuestros corazones sin mancha de contaminación.
"La tentación más poderosa no es una excusa para pecar. Por grande que sea la presión sobre el alma, la transgresión es siempre un acto nuestro. Ni la Tierra ni el infierno tienen poder para obligar a ninguno a pecar. La voluntad tiene que consentir, el corazón tiene que ceder, o la pasión no puede sobreponerse a la razón; ni la iniquidad, triunfar sobre la justicia" (ST, "Christian Privileges and Duties", 4 de octubre de 1883).








Martes, 14 de octubre del 2014:
TODA BUENA DÁDIVA Y TODO DON PERFECTO.

"Amados hermanos míos, no erréis. Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación" (Sant. 1:16, 17).

Aunque el pecado dé a luz la muerte, Dios es la fuente de la vida. Él es el "Padre de las luces" (Sant. 1:17), una referencia a la Creación (Gén. 1:14-18). Dios nos da a luz a una nueva vida, que es el regalo más grande que podamos recibir "de lo alto" (comparar Sant. 1:17 con Juan 3:3).
Como Pablo, quien habla de la salvación como el resultado de la gracia de Dios (Rom. 3:23, 24; Efe. 2:8; 2 Tim. 1:9), Santiago 1:17 llama a la salvación una "dádiva". Pero más, en el versículo siguiente, Santiago deja bien claro que la salvación, este nuevo nacimiento, es el resultado del propósito y la voluntad de Dios para nosotros: "Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad" (Sant. 1:18, NVI). Es decir, Dios quiere que seamos salvos. Era su voluntad, aun desde antes de que existiéramos, que tuviéramos la salvación y una vida nueva en él ahora, y por toda la eternidad.


¿Cómo se compara la representación de Santiago con la descripción de Pablo y de Pedro del nuevo nacimiento? Ver Tito 3:5 al 7; 1 Pedro 1:23.

Jesús, Pablo, Pedro y Santiago: todos conectan la salvación con el nuevo nacimiento. Todo el propósito de Dios en el plan de la redención es reconectar a los seres humanos, golpeados por el pecado y quebrados, con el Cielo. El abismo era tan grande y ancho que nada que los humanos pudieran hacer sería capaz de cruzarlo. Solo la Palabra de Dios en forma humana, Jesús, podía reconectar el Cielo con la Tierra. La Palabra inspirada (2 Tim. 3:16) es singularmente capaz de inspirar vida espiritual en aquellos cuyos corazones están abiertos para recibir el don.
Es decir, nuestro "Padre de las luces" nos ama tanto que, aun sin ser no merecedores, nos da "toda buena dádiva y todo don perfecto" (Sant. 1:17), el mejor de todos los dones, Jesús, y el nuevo nacimiento que él ofrece.

 ¿Cuáles son los dones que te fueron dados "de lo alto"? ¿Por qué es tan importante meditar en ellos? ¿Qué sucede si no lo hacemos?








Miércoles, 15 de octubre del 2014:
TARDO PARA HABLAR.

Lee Santiago 1:19 y 20. ¿Qué punto importante se presenta aquí?

La Palabra de Dios tiene poder, pero también lo tienen las palabras humanas. ¿Cuán a menudo hemos dicho palabras que más tarde hubiéramos querido poder retirar? Lamentablemente, solo percibir cuán dañinas pueden ser las palabras equivocadas y cuán destructiva es la ira poco nos ayuda a sujetarnos bajo control. Dejados a nuestras propias iniciativas, nunca podremos cambiar realmente. Por esto necesitamos escuchar más a Dios y permitirle que obre en nosotros.
"Cuando toda otra voz calla, y tranquilos esperamos en su presencia, el silencio del alma hace más perceptible la voz de Dios. 'Él nos pide: Estad quietos y conoced que yo soy Dios' (Sal. 46:10)' " (MC 37).
En contraste, surgen problemas cuando dejamos de escuchar a Dios, y los unos a los otros. Sea en el hogar, en el trabajo o en la iglesia, siguen las discu­siones cuando dejamos de escuchar. Cuando eso sucede, el hablar comienza a acelerarse y aumenta la ira. Estas comunicaciones pecaminosas, como los deseos interiores no controlados de Santiago 1:14 y 15, nunca podrán producir la justicia de Dios.
Por esto Santiago pone lado a lado la justicia de Dios y la ira humana. Mientras dependamos de lo que surge de nuestras naturalezas pecaminosas, el poder creativo de la Palabra de Dios se bloquea y nuestras propias palabras, que no ayudan y a veces hacen doler, surgen en su lugar. No es extraño que, después de hablar acerca de todo lo que el "Padre de las luces" hace por nosotros al darnos una vida nueva, Santiago diga que seamos cuidadosos con lo que decimos.

¿Qué nos enseñan los siguientes pasajes acerca de las palabras? Prov. 15:1; Isa. 50:4; Efe. 4:29; 5:4; Col. 4:6.

Piensa en la última vez que alguien te devastó con sus palabras. La profundidad de las emociones que sentiste debería mostrarte cuán poderosas pueden ser las palabras, para el bien o para el mal. ¿Qué puedes hacer para mantener tus palabras bajo control? ¿Por qué es tan importante pensar antes de hablar?








Jueves, 16 de octubre del 2014:
SALVADOS POR RECIBIR.

Lee Santiago 1:21. ¿Qué función tiene la "palabra" en lo que Santiago está diciendo?

Este versículo concluye todo lo que ha dicho hasta aquí sobre la fe y la salvación. Es una apelación a poner a un lado toda impureza y separarnos de la maldad. La orden "desechar" se usa siete de las nueve veces que aparece en el Nuevo Testamento para separarse de los malos hábitos que no tienen lugar en una vida sometida a Cristo (Rom. 13:12; Efe. 4:22, 25; Col. 3:8; Heb. 12:1; 1 Ped. 2:1). También puede referirse a quitarse la ropa (Hech. 7:58), y puede implicar el sacarse los "trapos de inmundicia" del pecado (comparar con Isa. 64:6). De hecho, la palabra "inmundicia" aparece en Santiago como los "trapos de inmundicia" de los pobres en contraste con la vestimenta brillante y limpia de los ricos (Sant. 2:2). Como Jesús, Santiago censura la tendencia humana a estar muy preocupado por la apariencia exterior, porque Dios se interesa por sobre todo por la condición de nuestros corazones.
En la traducción griega del Antiguo Testamento, la palabra inmundicia (rupáros) se usa solo en un pasaje: Zacarías 3:3 y 4, donde Josué, el sumo sacerdote, representa al Israel pecador. Dios quita la vestimenta sucia del sumo sacerdote y lo viste con un manto limpio, que simboliza el perdón y la purificación de Israel.
Esta escena es muy diferente de la imagen cristiana que vemos de Jesús poniendo un manto blanco limpio sobre la vestimenta sucia y manchada del pecador. ¿Quién haría eso en la vida real? Nadie se pone ropa limpia encima de la sucia. Del mismo modo, en Zacarías, la ropa sucia es quitada antes de que se le ponga el manto limpio. Esto no significa que debemos estar sin pecado antes de que podamos ser vestidos con la justicia de Cristo. Si eso fuera cierto, ¿quién podría ser salvo? Tampoco significa que, después de aceptar a Jesús, perdemos la salvación si caemos en pecado. En cambio, significa que debemos entregarnos completamente a él, eligiendo morir a nuestros caminos pecaminosos y permitirle crearnos a su imagen. El perfecto manto de justicia de Cristo, entonces, nos cubrirá.

Lee Santiago 1:21. ¿Cómo puedes aplicar esto en tu vida? ¿Qué significa que la Palabra esté "implantada" en tu corazón, y cómo puedes hacerlo?








Viernes, 17 de octubre del 2014:
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee acerca del pecado y del poder para cambiar, en El camino a Cristo, "Un poder misterioso que convence", pp. 21-35, y resume los puntos principales.

"El plan de redención contempla nuestro completo rescate del poder de Satanás. Cristo separa siempre del pecado al alma contrita. Vino para destruir las obras del diablo, y ha hecho provisión para que el Espíritu Santo sea impartido a toda alma arrepentida, para guardarla de pecar" (DTG 277).
"Si habéis aceptado a Cristo como vuestro Salvador personal, habéis de olvidar vuestro yo, y tratar de ayudar a otros. Hablad del amor de Cristo, de su bondad. Cumplid con todo deber que se presente. Llevad la carga de las almas sobre vuestro corazón, y por todos los medios que estén a vuestro alcance tratad de salvar a los perdidos. A medida que recibáis el espíritu de Cristo el espíritu de amor desinteresado y de trabajo por otros, iréis creciendo y dando frutos. Las gracias del Espíritu madurarán en vuestro carácter. Se aumentará vuestra fe, vuestras convicciones se profundizarán, vuestro amor se perfeccionará. Reflejaréis más y más la semejanza de Cristo en todo lo que es puro, noble y bello" (PVGM 47).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

    Piensa más en la realidad del poder de las palabras. ¿Por qué son tan poderosas? ¿Cómo puede el lenguaje ser tan fácilmente manipulado? ¿Cuán a menudo cómo decimos algo o lo escribimos es tan importante, o aún más importante, que lo que decimos o escribimos?
    De todos los dones que recibiste "de lo alto", ¿cuál es el mayor, y por qué?
    Lee Santiago 1:12 al 21. ¿Cuál es el mensaje esencial allí? ¿Qué esperanzas y promesas hay allí para nosotros?
    La concupiscencia da a luz el pecado, y el pecado da a luz la muerte. ¿Por qué, con tanto en juego delante de nosotros, no tenemos las victorias que deberían ser nuestras? ¿De qué modo racionalizamos el pecado, y por qué ese es un juego mental muy peligroso?
    Lee la última declaración de Elena de White arriba. ¿Qué consejo vital se encuentra allí, especialmente para quienes pueden estar vacilando en su fe?